Con la incertumbre de que ocurrirá, desarrollamos una agonizante espera.
Una ilusión ayudada por el sonido producido por el motor del tiempo, siempre en funcionamiento, que transcurre de manera lenta sin detenerse.
El pensamiento de que tan sólo llevamos un pequeño momento en el arcén de su corazón. Nos autoengañamos cada semana, cada mes que pasa, sin el conocimiento que la estación cierra sus puertas y nos bloquea la salida. Estación que se hace inactiva, y cuando nos queremos dar cuenta estamos atrapados para siempre, a la espera de un tren que no llega, que no aparece, que no realiza la ruta que esperamos, un tren que algún día perdimos por una estupidez, un absurdo retraso, un tren que quizás nunca volvamos a ver
martes, 29 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario